RESEÑA | The Crown. Temporada 6, Parte 1 (o el espectáculo de Diana, lo que es lo mismo)
Los primeros cuatro episodios de la última temporada de la serie basada en "hechos reales" de la familia real británica denotan un declive de credibilidad que comenzó en la temporada anterior
El pasado 16 de noviembre, se estrenó la primera parte de la sexta y última temporada de The Crown, y la verdad es que me ha dejado un sabor amargo.
Era de esperarse, no obstante. Lo vimos la temporada pasada. De hecho, todo cambió desde el mismo momento en que Diana de Gales, de quien hablaremos más adelante, apareció en la trama, cayendo la serie poco a poco en el inevitable abismo de lo absurdo.
Comencemos con los aciertos de la serie, para ser justos. Nadie puede negar que la producción, en lo que a elementos técnicos se refiere, es de una calidad impresionante. Dirección, ambientación, la escenificación de momentos claves, fotografía, vestuario, maquillaje, puesta en escena de los diversos momentos históricos, musicalización, sonido, edición, actuaciones... ¿quieren que siga?
Para muestra, un botón: la sola escena en la cual la familia real se entera de la muerte de Diana es magistral. Obviamente, la escena se hizo con diálogos y audio, pero lo que nos mostraron en pantalla fue totalmente distinto; enfocándose en el efecto visual (léase, las actuaciones) y con una música adecuada para el momento, dicha escena, la cual nos muestra a la Reina Elizabeth II (Imelda Staunton), el Duque de Edimburgo (JonathanPryce) y Charles, el entonces Príncipe de Gales (DominicWest) en el momento de saber la noticia, fue impecable, sobre todo porque la musicalidad no rayaba en el melodrama. Algo difícil de conseguir si tomamos en cuenta que la serie está categorizada como un drama de ficción basado en hechos reales. Este trabajo de edición nada más merece ser elogiado con los máximos galardones de la industria del entretenimiento. Igual lo vimos en la escena en la que Mohammed Al Fayed (Salim Daw) reconoce el cadáver de su hijo Dodi (Khalid Abdalla). Unas escenas muy bien caracterizadas que evocan emociones fuertes.
Se preguntarán entonces, ¿en qué falla la primera parte de la sexta temporada temporada de The Crown, si es un trabajo de calidad insuperable? Sencillo. Su mayor desacierto se resume en dos cosas muy importantes: el guión y la credibilidad. Y es que la serie perdió su norte desde que Diana entra en escena.
Siempre se nos vendió la serie como la vida de la reina Elizabeth II, desde su llegada al trono en 1952 hasta los tiempos modernos. The Crown, y aquí cito al diario The New York Times, "ha seguido el reinado de la reina Elizabeth II, combinando realidad y ficción a medida que cada temporada se acerca más al presente" [el énfasis es nuestro]. De ahí que resulta decepcionante el hecho de que en estos cuatro episodios recién estrenados, todo gira en torno a la princesa Diana. Algo que me parece exagerado, pues se le dio demasiado tiempo en pantalla a esas últimas semanas de vida de Diana. Esto se supone que sea sobre la Reina y sus años como monarca, ¿no? ¿De cuándo a esta parte la Reina es desplazada a ser un mero personaje decorativo de la serie, por uno de los personajes que deberían ser secundarios, siendo ella el eje de la trama desde sus comienzos, allá por 2016?
Bienvenidos al show de Diana de Gales, señoras y señores.
La sexta temporada comienza con el aparatoso accidente que cobró las vidas de Diana de Gales (Elizabeth Debicki), su novio Dodi Al Fayed y el chófer Henri Paul (Yoann Blanc). De ahí nos lleva atrás, a las últimas ocho semanas de la vida de Diana. Es en este punto donde comienzan las incongruencias... y el melodrama.
Diana lleva más o menos un año divorciada del Príncipe Charles y es, según la propuesta de Peter Morgan (creador de la serie), virtualmente una santa. ¡Miren cómo Diana lucha en contra de las minas! ¡Miren a la compasiva Diana, acumulando cantidades obscenas de dinero para caridad! ¡Mírenla con sus hijos, la madre ejemplar! ¡MIREN, MIREN, MIREN A DIANA! La realidad distaba mucho de lo que nos presenta The Crown. No, no es que no fuera una buena madre. No es que no fuera compasiva. Simplemente, que Diana NO era perfecta. Vamos, si eres de la generación X, de seguro lo viste: Diana era buena, compasiva, empática. Pero también era neurótica, con varios problemas de salud mental, codependiente y propensa al drama. Y nunca voy a olvidar cuando salieron públicos los audios y videos del biógrafo de Diana, Andrew Morton, en los que se la preguntaba a Diana sobre sus obras de caridad. ¿La respuesta de Diana? "Porque no tengo nada más que hacer".
Eso no la hace mala tampoco, que conste. Más bien, vuelve la imagen de Diana más humana.
La Diana de esta sexta temporada de la serie (y de la quinta, ya puestos) es la Diana que su hijo menor, el príncipe Harry se ha hecho en su cabeza, ya que dicho por sí mismo en su libro Spare y en algunas entrevistas, no la recuerda del todo. Es la Diana que los medios de comunicación idealizaron a nivel de casi beatificarla, haciéndola un ídolo de multitudes. Todo un despliegue de —violines, ¡por favor!— "Alabemos a Santa Diana de Gales, la pobre chica virginal engañada vilmente por su marido infiel y sacrificada en el altar del protocolo real, que saca fuerzas de flaqueza tras ser desechada por el infiel en cuestión, por orden de su real suegra la Reina, y se convierte en un ícono de la caridad mundial, para disgusto de su ex familia política".
La trama nos lleva por esos aproximados dos meses en los que Diana "coquetea" con los paparazzi, y aquí tenemos una de las pocas verdades de Diana que se reconocen: su "adicción" por el drama. (¿Les recuerda a cierta pareja que conocemos bien?)
En el proceso, vemos las maquinaciones del padre de Dodi, Mohammed Al Fayed, como el "villano de la historia" en su fin de emparejar a su hijo con Diana para escalar socialmente, que si son ciertas o no nunca lo sabremos, y como el señor está muerto y no se puede defender... ¿Que podemos decir es que el señor era un oportunista? Sí. ¿Manipulador? Puede. ¿Qué no era trigo limpio? ¡Por supuesto! La forma en que por años comercializa con la idea del compromiso entre Dodi y Diana, vitrina en Harrods en honor a la pareja incluida, es el mejor ejemplo de ello. Dicho eso, no podemos tomar por verídico todo lo que se habla de este señor aquí.
Ahora que lo menciono, tenemos que comentar sobre la relación entre Dodi y Diana. Todo lo que muestra The Crown es puramente ficción y hasta especulativo porque no tenemos ninguna evidencia al respecto. Después de todo, ¿cómo podemos saber si hubo una petición de mano en toda regla o no, por ejemplo? Al Fayed siempre aseguró que sí, mostrando el anillo de compromiso como prueba, pero un anillo no da mucha luz al respecto que digamos. Curiosamente, la narrativa de la serie nos muestra en un momento dado a Diana en el papel de "la otra", pues Dodi estaba comprometido entonces con Kelly Fisher (Erin Richards). ¿No fue esa una de las críticas de Diana hacia Camilla Parker-Bowles (Olivia Williams), por meterse en su matrimonio con Charles? Tanto en la serie como en la vida real. En fin…
Mientras Santa Diana disfruta de unas semanas idílicas con su novio del momento, sus hijos, los príncipes William (Ed McVey) y Harry (Luther Ford) pasan el verano con su padre en Balmoral, donde William aprende a cazar y, del chico centrado y muy maduro para su edad pese a vivir el drama de la separación de sus padres y preocupado especialmente por su madre, se vuelve por obra y gracia de los guionistas de Netflix en este chico díscolo, rebelde, que no comprende las circunstancias de su entorno ni de su lugar en la historia del Reino Unido, tras saber de la muerte de su madre. ¡William hasta hace escapada tipo telenovela mexicana de los noventa y todo! Incluso pregunta, durante el trayecto hecho por él, Harry, su padre, abuelo y el hermano de Diana, Charles Spencer, detrás del ataúd, por qué llora la gente a su alrededor. Los que vimos ese momento histórico allá por 1997 sabemos que esto último NO sucedió. De hecho, es el propio Harry quien declara en varias entrevistas que fue él quien no entendía por qué la gente lloraba cuando no eran parientes de ella.
Nota al calce: Regresando al tema de la edición ahora que comento sobre el trayecto de los Príncipes, ¿se dieron cuenta de que, en las escenas de la trayectoria del féretro de Diana, se utilizó pietaje real de la comitiva? Esas escenas que lucen algo granuladas son las que vimos en 1997 a través de la transmisión de televisión de la época.
Esto parece como si el señor Morgan y compañía estuvieran reescribiendo la historia: adjudicando acciones a personajes distintos —para dar otro ejemplo además de lo dicho anteriormente, fue Tony Blair quien insiste a la Reina que el funeral de Diana debía ser uno de estado, no el príncipe Charles, como asegura The Crown—, y creando narrativas inexistentes, utilizando diálogos con mucha palabrería que en realidad no dice nada.
—¡Mira lo que has logrado en el año transcurrido desde tu divorcio! —dice Dodi en una de las escenas finales—. ¡Una campaña mundial contra las minas terrestres! ¡Recaudando millones para caridad! Y, sin embargo, todavía no eres feliz.
—Es la historia de mi vida —suspira Diana—. Corriendo, perdiéndome de vista en el proceso.
Si esta no es la definición misma del término word salad, que venga Dios y lo vea. (¿Les suena familiar el término? A que sí...)
Y aquí llegamos al segundo gran error de esta serie: la producción ha perdido toda credibilidad.
Desde su comienzo en 2016, The Crown ha tenido su buena dosis de críticas que se han barrido por debajo de la alfombra debido que son más los puntos positivos de la serie, en comparación con los negativos. Pero no es hasta la quinta temporada (la anterior a esta) que Netflix tuvo que agregar una nota aclaratoria en la que se enfatizaba que la serie es una obra de ficción. ¿A qué se debe esto? ¿Por qué ocurre ahora y no durante las primeras cuatro temporadas? ¿Qué ha hecho que su credibilidad sea cuestionada?
Simple: la llegada del Príncipe Harry y Meghan Markle a las filas de Netflix.
No es casualidad que lo que hemos visto en estos cuatro episodios, aparte del declive de la serie, llega justo cuando Harry y Meghan firman acuerdo multimillonario con Netflix. Por más que los productores niegan que la pareja de Montecito no han tenido nada que ver, el hecho de que la trama sea similar, y esto lo he mencionado antes, a la versión del dúo de ex royals de la historia, es más que evidente. ¿De verdad piensan que los Sussex no han metido su mano en el guión? Después de todo, no puedes hacerle un desaire a quienes tienes en nómina, ¿no?
Ah, pero si creen que Harry y Meghan no recibieron sus cachetadas con guante blanco en esta serie, ¡se equivocan!
Desde frases como la que dice la Reina: "no puedes estar un pie adentro, y otro afuera" (una clara referencia a la idea original de los ex royals del Megxit, descartada a golpe y porrazo por la Casa Real, en la que la pareja pretendía ser working royals a medio tiempo), a la insinuación directa de que el reloj Cartier que lleva Meghan en todas sus apariciones públicas (fotos de paparazzi pagadas por la pareja incluidas), el cual perteneciera a Diana, fue un regalo de Dodi, las críticas a la pareja, especialmente en los dos primeros episodios, fueron muy notables (y merecidas, en mi humilde opinión).
Oh, y no olvidemos a ¡los fantasmas de Diana y Dodi!, que hablan despuésde morir con la Reina y el Príncipe Charles (Diana), así como con Mohammed Al Fayed (Dodi). Esto es el colmo de la cursilería. Suerte que esta es la última temporada de The Crown, que si no, es posible que viéramos en temporadas futuras al fantasma de Diana apareciéndosele a Harry ya de adulto para decirle que él es el que debería ser rey y no su hermano —el legítimo heredero al trono— William, porque solo él y Meghan son los únicos que saben hacer las cosas en la familia real... *Lady Caribbean pone cara de espanto*
Lo cierto es que esta serie ha dejado de ser lo que fue, lo cual le resta sustancia. Cierto, es una serie de ficción, pero donde antes se podía esperar que una serie de 10 episodios representara al menos una década de intrigas reales, delineando las maquinaciones políticas de la época y analizando la evolución de las minucias del protocolo palaciego, los primeros cuatro episodios de la última entrega de The Crown se convirtieron en una producción de Hallmark, carente de profundidad y diálogos irrisorios. Cursi no, lo siguiente.
Estoy contemplando seriamente no ver el resto de episodios (ahora que lo digo, ¿se han dado cuenta de que esta temporada tendrá al parecer ocho episodios en vez de los diez a los que nos tenían acostumbrados?) porque si son como los primeros cuatro... Nah, ¡por supuesto que los veré! Solo por saber qué les espera a William y a Catherine en los inicios de su relación. Y si los Sussex meten la mano otra vez.