RESEÑA | "The Crown", Temporada 6, Pt. 2: ¿El rescate de la serie?
Si bien la trama regresa a paso lento a lo que fue en las primeras cuatro temporadas, la serie de Peter Morgan sigue pecando de injusta y cuestionable, aunque con un hermoso final
Finalmente llegamos el final de una de las series más comentadas sobre la realeza, específicamente de la Casa Real Británica, de los últimos tiempos: The Crown nos dice adiós. Y esta temporada en su totalidad ha resultado una montaña rusa de emociones: te indigna, te enternece, vuelves a hacer corajes, te duele hasta que te emocionas con su final a nivel de las lágrimas.
Lo primero que tengo que decir es que me llamó la atención que esta segunda parte viene con seis episodios en vez de cuatro, como todo el mundo (me incluyo y lo dije en mi reseña de la primera parte) pensó. O esa fue la impresión que dieron los primeros cuatro episodios. Entiéndase que al igual que las cinco temporadas anteriores, fiel a la estructura fílmica de la serie, la sexta entrega de The Crown se compone también de diez episodios. Esto intenta decir de manera sutil pero ineficaz que la trama de esta temporada no gira en torno a la princesa Diana de Gales, caracterizada por Elizabeth Debicki.
Lo que lleva a mi primera crítica de esta segunda parte: en mi humilde opinión, no debieron dividir la temporada en dos partes. Puedo entender que es una estrategia de marketing para atraer interés a la serie (y hay que reconocer que funciona), pero al dividirla en dos partes, con un mes de diferencia entre una y otra, se pierde el contexto de los eventos. Vamos, que en este caso en específico Diana no desaparece del panorama dramático de la serie con su muerte, lo cual queda evidente en los temas tocados en esta parte de la temporada y de los cuales hablaremos más adelante. Así que si la intención de los productores de Netflix fue dejar a Diana atrás y enfocarse en la reina Elizabeth II (Imelda Staunton), quien se supone es el eje de la saga completa, pues lamento decirles que no se logra del todo. Sí, la trama regresa a su fórmula original de resaltar la vida de la Reina, pero el fantasma de Diana sigue latente.
(Por fortuna, los guionistas al parecer "vieron la luz" y se dieron cuenta de que esa idea típica de Hallmark de traer a Diana y a Dodi Al Fayed, este último personaje interpretado por Khalid Abdalla, en forma incorpórea para interactuar con los personajes que siguen vivos en la serie era cursi y cutre hasta decir basta.)
En todo caso, si iban a dividir la serie en dos sí o sí, debieron haberlo dividido en cinco episodios cada parte, pues esta segunda parte comienza con las secuelas de la muerte de Diana. ¿Ven por qué digo que Diana sigue latente en la temporada? Demás está decir que aquí empiezan los corajes.
El episodio cinco, el primero de esta segunda parte titulado "Pasión por Guillermo", nos muestra a Charles (Dominic West), William (Ed McVey) y Harry (Luther Ford) semanas después de la muerte de Diana, posiblemente tres semanas, cuatro comomucho.
William está, según los guionistas de The Crown, pasando un duro proceso de duelo; su rabia y rebeldía más notable que nunca, a nivel de que se enfada con su padre. También se enoja en público por aparecer ante las cámaras y por la admiración femenina. Ese NO es el William que conocemos. Posiblemente haya sentido todas esas emociones al morir su madre, es natural que su dolor se haya manifestado de esa forma. ¿Que lo demostrara en público? Absolutamente NO. William siempre ha sido discreto con su vida privada y pocas veces ha hablado de su madre, pero cuando lo ha hecho, ha sido abierto. Y no, nunca ha declarado ese tipo de sentimientos tan negativos. Si hay algo que la princesa Diana le enseñó muy bien a William es cuál es el rol que por su nacimiento le ha sido destinado. Diana podía ser muchas cosas e hizo otras que pueden resultar polémicas, pero nadie puede dudar que era pro monarquía. Y estaba muy orgullosa de que su primogénito, William, fuera eventualmente rey del Reino Unido.
Claro, que todo esto es ficción, los productores están especulando cuales fueron las conversaciones entre los personajes (aunque las interacciones de cada uno de los personajes es de máxima calidad. De hecho, la escena de la conversación entre William y el Príncipe Felipe es excelente, por mencionar un ejemplo). De ahí que todo lo que se dicen entre William y Charles en la serie debe tomarse como eso, ficción.
Si había alguien que manifestara todo ese descontento y tales emociones tóxicas era el príncipe Harry. No lo digo yo, que conste, esto fue relatado abiertamente por el propio ex royal de Montecito, en varias entrevistas, así como en su libro de "memorias", Spare.
(Me tomo un momento de privilegio personal para decir que ME NIEGO a llamar por un título nobiliario que no merece tener y que usa solo para lucrarse económicamente, a alguen que voluntariamente ha renunciado a su trabajo como working royal y que no hace nada en beneficio de la Corona británica; al contrario, no se cansa de tirar lodo a la familia real, SU FAMILIA.)
¿Por qué adjudicar a William posturas que pertenecen a Harry? ¿Para mantener contento a este y, por ende, a su esposa Meghan Markle, quienes son parte de la nómina de Netflix? Desde la temporada pasada, hemos visto esta serie decaer en el melodrama y el absurdo que representa este par. Y aunque los productores se tiren al piso negándolo, no hay quien me quite de la cabeza que la mano de los de Montecito está detrás de la forma en que se han visto ciertos personajes en esta temporada y su predecesora.
Pero con lo que posiblemente no contaban Harry y Meghan es con que la gente de Netflix tiene sus propias opiniones de esta parejita, llevándonos así al episodio seis de la serie, "Ruritania".
El mismo regresa el foco a la Reina, con un Tony Blair, el recién nombrado Primer Ministro de entonces, en su punto de popularidad más alto. Como diría esa prócer colombiana llamada Shakira, "toda escoba nueva siempre barre bien". A simple vista, puede ser un episodio tedioso y hasta se siente como si lo hubieran puesto ahí para cumplir la cuota de los ejecutivos de Netflix. Sin embargo, si lo analizan bien, se darán cuenta que es un mensaje directo a Meghan Markle. ¡Es que fue una masacre lo que hicieron con la señora.
¿No me creen? A las pruebas me remito:
A su llegada al poder, Tony Blair está en su mejor momento, admirado por todos y considerado como el "futuro" del país. La proverbial brisa de aire fresco, pues. Igual que Meghan y Harry, quienes al principio eran ese "juguete nuevo" con el que todos quieren jugar.
Con ideas de modernización, Tony quiere llevar a la monarquía al siglo XXI (hay que recordar que la esposa de Blair es republicana, abiertamente anti monárquica). Igual que la pareja de ex royals, quienes se creían que eran los que iban a modernizar la institución.
Blair ve las cosas en términos de libras esterlinas. ¿No fue la Markle quien se quejó de que no le pagaban por los actos oficiales durante una de sus visitas al extranjero junto al príncipe?
Blair, con su "visión", desea deshacerse de todo lo que, a su entender, "está de sobra", sin prestarle atención a los detalles. La Reina le demuestra que, para modernizar, antes debes respetar las tradiciones. Esto incluye el discurso de Blair a la Organización de Mujeres trabajadoras. Meghan Markle demostró en los dieciocho meses que pasó en la familia real que no respeta los siglos de historia de la monarquía británica y las tradiciones que esta conlleva. Por no hablar de las ideas "feministas" de la señora Markle.
Nada más con el testigo, Su Señoría.
El episodio siete, "Alma Mater", nos presenta por primera vez a Kate Middleton (Ella Bright)... y volvemos a los corajes. *Lady Caribbean resopla y pone los ojos en blanco*
Lo primero que nos muestra es un retroceso en el tiempo hasta el 1996, en el cual Kate y su madre, Carole Middleton (Eve Best) están de compras navideñas. Allí se encuentran a la princesa Diana junto a William (Rufus Kampa), vendiendo copias de la revista The Big Issue para recaudar fondos. De más está decir que esto NUNCA OCURRIÓ y es la imaginación de los guionistas de la saga. Si hubiera sucedido, ¿cómo se explica que no haya ninguna prueba o reportes, y que la propia Kate no lo hubiese dicho públicamente? Lógica 101: de haberse dado el encuentro entre Kate y Diana, habría constancia de ello. Que en los tiempos modernos que vivimos solo basta con una sencilla búsqueda en Google, vamos.
De ese momento nos regresa al tiempo presente de la trama y los transporta al primer día de William en la Universidad de St. Andrews. Allá, se reencuentra con Kate (Meg Bellamy), y se hacen amigos. Antes de ir a los promenores de la relación William-Kate, aquí vemos un detalle que tomo con desdén. Según The Crown, William quería dejar la universidad. Y esto sí está documentado; según la revista Vanidades, en su edición de colección de la realeza, "Los Herederos de la Realeza" (septiembre 2003), dice que a William "le resultó difícil acoplarse a la vida universitaria" y, por ello, ponderó abandonar. Sin embargo, decidió no hacerlo al final. En la serie, no obstante, nos da una razón distinta: se sintió semoneado por Kate y su novia de entonces, Lola Airedale-Cavendish-Kincaid (Honor Swinton Byrne). Y de nuevo el discurso de las "feministas" de cartón de hoy, más enfocado al narcisismo y a la victimización en vez de ser como el de las mujeres trabajadoras y verdaderas feministas que vimos en el episodio anterior.
Ahora vamos al chisme, que es lo que nos gusta. El episodio acusa a Carole Middleton de ingresar a Kate en St. Andrews para que esta pudiera enamorar a William. Esto incluye el año sabático que Kate hizo, yendo a Chile tal como lo hiciera William. Esta ha sido una acusación muy recurrente en la prensa de la época, describiendo a Carole como una mujer "muy entusiasmada" con la relación de su hija con el futuro rey del Reino Unido. Sinceramente, creo que Carole hizo lo que cualquier padre con solvencia económica hubiera hecho con su hijo(a): darle la mejor educación que el dinero pudiera comprar.
Pero voy a hacer de abogada del diablo ahora. Supongamos que es cierto que ella hizo todo eso con la intención de casar a su hija con William. Como diría mi gran amiga P!nk, "SO, WHAT?" Carole podía maquinar todo lo que quisiera; eso no garantizaba que William se enamoraría de Kate. ¿Qué, lo iba a torturar hasta que le pidiera matrimonio a Kate? Y a la gente se le olvida que una relación de pareja consta de dos personas. O sea, Kate también debía enamorarse de William. Esto sin contar con que la matrícula femenina de la universidad aumentó un 30% por el mero hecho de estar William estudiando allí. Las posibilidades de Kate de que William se enamorara de ella disminuían con el aumento de matrícula.
Nota al calce: Kate y William fueron a Chile, sí, pero NO coincidieron allí porque fueron con semanas de diferencia.
De ahí pasamos al episodio número ocho, "Ritz". Este es un episodio muy duro de ver pues detalla el decaimiento de la salud de la princesa Margaret (Leslie Manville), hermana de la Reina, hasta su muerte en 2002. El episodio se enfoca en lo que fue la unión de Elizabeth y Margaret (quien en su momento fueran la heredera al trono y la repuesto) a través de los años, yendo atrás en el tiempo hasta la época del fin de la Segunda Guerra Mundial. La trama va y viene entre ambas épocas, y le lanza una pedrada monumental a los ex royals de Montecito en el proceso: la Reina no tenía miedo de mezclarse con la gente, mucho menos con los afroamericanos. Ya saben lo que quiero decir…
The Crown nos lleva entonces al episodio nueve, "Hope Street", trayéndonos de regreso la figura de Mohammed Al Fayed (Salim Daw). Este ofrece una entrevista y declara que lo sucedido a Diana y a su hijo Dodi no fue un accidente, sino que los asesinaron. Es entonces que surge la investigación que Scotland Yard hace del accidente, el cual asegura que, en efecto, fue un accidente provocado por el exceso de velocidad a manos de un chófer que tenía drogas y alcohol en la sangre, quien desconocía del tráfico en las calles de París, y el hecho de que los ocupantes del coche no llevaban cinturón de seguridad.
Nota al calce número dos: la investigación se reabrió en enero de 2007, con los mismos resultados. De hecho, las declaraciones de los resultados utilizadas en The Crown fueron las mismas que salieron en esa segunda investigación tal como fueron plasmadas en la revista Semana a principios de 2007.
Mientras tanto, William comienza a tener un acercamiento más personal con Kate y se mudan juntos a un apartamento en Hope Street junto a dos amigos más. ¿No se supone que la mudanza a Hope Street fue antes de que Kate y William se hicieran novios? Al menos es lo que dicen los artículos de prensa que conservo de esa época (y me suscribo a lo publicado en la edición de colección de Vanidades de mayo de 2011, con motivo de la boda de William y Catherine).
Y finalmente llegamos al episodio diez y último, "Duerme, querido, duerme". La Reina recibe oficialmente la solicitud de Charles para casarse con Camilla Parker-Bowles (Olivia Williams). Mientras, se comienza a planificar su funeral. Lo que la lleva a cuestionarse si debe seguir siendo la cabeza de la institución. ¿En algún momento ella pensó abdicar? Aunque nunca lo sabremos, me atrevería a decir que no con toda seguridad. Elizabeth II fue una REINA con todas sus letras; vivió dedicada a servir a su país por encima de todo. Las fotos de la Reina días antes de morir, atendiendo sus deberes reales (en ese caso, despidiendo al Primer Ministro Boris Johnson y recibiendo a la nueva, Liz Truss), deja claro que su compromiso de servir a Gran Bretaña era tan fuerte que lo haría hasta morir. Literalmente.
Por otro lado, este episodio lanza fuertes latigazos a Harry. Y no solo hablo de su incidente con el uniforme Nazi, precisamente. Era algo que vimos desde el episodio anterior y que he dejado a propósito para comentarlo ahora. En ese momento, Harry se compara con su madre, Diana, y William le dice, y parafraseo: "No te compares con nuestra madre, porque lo que vivió ella fue peor". En este episodio se muestra al verdadero Harry, el que vemos ahora. Arrogante, irresponsables, irrespetuoso, envidioso, celoso... y los productores de la serie se cansaron de pasarle la mano, a pesar de que "es más difícil ser el número dos", y mandaron fuego directo a Montecito.
Volviendo a la Reina, ya que ella es quien realmente importa aquí, me ha encantado ver a Imelda Staunton interactuar con sus antecesoras en la serie (Clare Foy y Olivia Colman) a través de las "meditaciones" de la Reina respecto a si debe o no abdicar a favor de su hijo Charles. Y el final, con el discurso de Felipe a Elizabeth y rememorando las muertes del Duque de Edimburgo y de la propia Reina al irse él primero de la iglesia y luego ella (con las cuatro actrices que interpretaron a Elizabeth II a lo largo de la saga), es lo más bonito y emotivo que he visto. *Lady Caribbean se seca par de lágrimas*
Con esto me quedo. Ese final fue un sentido homenaje a una mujer admirable por demás por su servicio al país que la coronó Reina y al mundo entero. Una monarca ejemplar que, con sus altas y sus bajas, fue fiel a sus principios y nunca claudicó a sus valores como mujer y como Jefa de Estado.
¿Qué más puedo decir? Sobre la producción, no mucho pues lo he dicho todo en mi reseña de la primera parte. Aunque hay que destacar la labor del director de casting. ¿Cómo rayos hicieron para encontrar a una chica que parece la hermana menor de Clare Foy para hacer el papel de la entonces adolescente Princesa Elizabeth (Viola Prettejohn)? Sinceramente y no me canso de repetirlo, a esta producción hay que decirle usted y tenga.
En conclusión, con unos elementos técnicos impecables y la redirección de la trama hacia su idea original, Netflix intenta en esta segunda parte redimirse de los errores de la quinta y primera parte de la sexta temporada, en un esfuerzo que se queda corto, pero con mucho esfuerzo ya que concluye con un sentido homenaje al indiscutible legado de la reina Elizabeth II.